martes, 20 de abril de 2010


La soledad de América Latina
[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]
Gabriel García Márquez

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.

martes, 13 de abril de 2010

Discurso y Palabras

La Palabra
De Confieso que he vivido

Pablo Neruda

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.


Discurso de Gabriela Mistral al recibir el Premio Nobel

Discurso pronunciado en Estocolmo el 10 de diciembre de 1945.

"Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana Latinoamérica para honrarla en uno de los muchos trabajadores de su cultura. El espíritu universalista de Alfred Nobel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del continente americano, tan poco y tan mal conocido.

Hija de la democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales más valerosas. La operación admirable de expurgar una tradición de materiales muertos, conservándole íntegro el núcleo de las viejas virtudes, la aceptación del presente y la anticipación del futuro que se llaman Suecia son una honra europea y significan para el Continente Americano un ejemplo magistral.

Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivid de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenaria.

Mi patria, representada aquí por nuestro culto ministro Gajardo, respeta y ama a Suecia, y yo he sido enviada aquí con el fin de agradecer la gracia especial que le ha sido dispensada. Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras."

MÉTODO DEDUCTIVO V/S. MÉTODO INDUCTIVO

EL MÉTODO INDUCTIVO
Esta metodología se asocia originariamente a los trabajos de Francis Bacon a comienzos del siglo XVII. En términos muy generales, consiste en establecer enunciados universales ciertos a partir de la experiencia, esto es, ascender lógicamente a través del conocimiento científico, desde la observación de los fenómenos o hechos de la realidad a la ley universal que los contiene. Resumiendo las palabras de Mill (1973, las investigaciones científicas comenzarían con la observación de los hechos, de forma libre y carente de prejuicios. Con posterioridad -y mediante inferencia- se formulan leyes universales sobre los hechos y por inducción se obtendrían afirmaciones aún más generales que reciben el nombre de teorías.
Según este método, se admite que cada conjunto de hechos de la misma naturaleza está regido por una Ley Universal. El objetivo científico es enunciar esa Ley Universal partiendo de la observación de los hechos.
Atendiendo a su contenido, los que postulan este método de investigación distinguen varios tipos de enunciados:
• Particulares, si se refieren a un hecho concreto.
• Universales, los derivados del proceso de investigación y probados empíricamente.
• Observacionales, se refieren a un hecho evidente.
Haciendo hincapié en el carácter empirísta de esta metodología, la secuencia seguida en este proceso de investigación puede resumirse en los siguientes puntos (Wolfe, 1924, pág. 450):
1. Debe llevarse a cabo una etapa de observación y registro de los hechos.
2. A continuación se procederá al análisis de lo observado, estableciéndose como consecuencia definiciones claras de cada uno de los conceptos analizados.
3. Con posterioridad, se realizará la clasificación de los elementos anteriores.
4. La última etapa de este método está dedicada a la formulación de proposiciones científicas o enunciados universales, inferidos del proceso de investigación que se ha llevado a cabo.
EL MÉTODO DEDUCTIVO
Antes de iniciar unas breves pinceladas obre este método, es interesante resaltar una distinción importante entre deductivismo y deducción, lo mismo que podría establecerse entre inductivismo e inducción. La deducción, tanto si es axiomática como matemática, puede emplearse de manera que facilite el análisis estadísitco y el contraste. Sin embargo, el deductivismo implica que la estadística y el conocimiento empírico es tan transitorio que no vale la pena y que un primer análisis deductivo puede proporcionar una mejor comprensión de un determinado fenómeno (Pheby, 1988, pág. 14).
Las primeras consideraciones del método deductivo podrían remontarse a los trabajos de Descartes a comienzos del siglo XVII, en su afán de encontrar un método que proporcionara un mejor conocimiento de las diferentes esferas de actividad. Por consiguiente, los objetivos de Bacon y Descartes eran similares, sin embargo, la forma de conseguirlos era diametralmente opuesta. Descartes utilizaba la deducción y las matemáticas como punto referencial, mientras que Bacon le prestaba muy poca atención a estos instrumentos.
Centrándonos en el deductivismo, se trata de un procedimiento que consiste en desarrollar una teoría empezando por formular sus puntos de partida o hipótesis básicas y deduciendo luego sus consecuencia con la ayuda de las subyacentes teorías formales. Sus partidarios señalan que toda explicación verdaderamente científica tendrá la misma estructura lógica, estará basada en una ley universal, junto a ésta, aparecen una serie de condicionantes iniciales o premisas, de las cuales se deducen las afirmaciones sobre el fenómeno que se quiere explicar.
El argumento deductivo se contrapone al método inductivo, en el sentido de que se sigue un procedimiento de razonamiento inverso. En el método deductivo, se suele decir que se pasa de lo general a lo particular, de forma que partiendo de unos enunciados de carácter universal y utilizando instrumentos científicos, se infieren enunciados particulares, pudiendo ser axiomático-deductivo, cuando las premisas de partida están constituidas por axiomas, es decir, proposiciones no demostrables, o hipotéticos-deductivo, si las premisas de partida son hipótesis contrastables.
Las leyes universales vendrán dadas por proposiciones del tipo “en todos los casos en los que se da el fenómeno A, se da también el fenómeno B. Estas leyes tendrán un carácter determinista cuando se refieran a fenómenos >”B” individuales y carácter estocástico cuando hagan mención a clases de fenómenos “B” que se den con una cierta probabilidad.
La actuación seguida por el investigador sería la siguiente:
1. Planteamiento del conjunto axiomático de partida. El criterio que debe seguirse en esta etapa debe ser el de la sencillez. Los supuestos deben incorporar sólo las características más importantes de los fenómenos, debiendo ser eliminadas las irrelevantes. Debe existir coherencia entre los postulados, sin que haya contradicción entre unos y otros.
2. Proceso de deducción lógica, partiendo siempre de los postulados iniciales, es decir, de la etapa anterior.
3. Enunciado de leyes de carácter general, a los que se llegará partiendo del conjunto axiomático y a través del proceso de deducción.
Del procedimiento lógico se infiere que las explicaciones y predicciones siguen las mismas reglas de deducción, la única diferencia está en que la explicación se produce una vez que ha ocurrido el suceso, mientras que la predicción tienen un carácter apriorístico.
Para citar una causa determinada como explicación de un fenómeno concreto, hemos de someterlo a una ley universal. En el caso de la predicción, partimos de una ley universal y de un conjunto de premisas deduciendo de ellos proposiciones acerca del fenómeno desconocido.
La idea de la existencia de un paralelismo entre la naturaleza de las explicaciones y de las predicciones ha sido denominada “tesis de la simetría”. Este concepto ha suscitado numerosas críticas. Se argumenta que la predicción no tiene por qué implicar explicación, e incluso que la explicación no tiene por qué implicar predicción alguna. Esta conclusión nos parece razonable, en cuanto que para predecir el valor futuro de una variable basándonos en sus valores históricos no es necesario explicar la naturaleza de la misma, basta con aplicar los métodos estadísticos apropiados. Igualmente, para explicar la naturaleza de la variable no es necesario extrapolar valores futuros. A estos efectos comenta Blaug (1985, pág. 22): “Mientras para la predicción es suficiente con que exista correlación entre dos variables, par la explicación es necesario saber acerca de la naturaleza de las variables y de algo que determine cuál es la variable causa y cuál la variable efecto”.
Por último, finalizaremos la descripción del método deductivo afirmando que, dada la dificultad para contrastar empíricamente las hipótesis básicas, se da cada vez un mayor grado de abstracción de las teorías construidas a partir de este procedimiento, lo que conlleva la construcción de modelos como representación simplificada de la realidad, con el consiguiente riesgo de separación entre modelo y realidad. Sin embargo, es preciso señalar, como apunta Pheby (1988, pág. 14), que existe una clara separación entre deductivismo y los procedimientos de deducción que habitualmente se emplean en economía. La deducción, sea axiomática o matemática, puede ser empleada para facilitar los análisis estadísticos y test de hipótesis, en cambio el deductivismo postula que el conocimiento estadístico y empírico es transitorio, un primer análisis deductivo puede proporcionar mejor comprensión de los fenómenos.
DIFERENCIA FUNDAMENTAL ENTRE EL MÉTODO DEDUCTIVO Y EL MÉTODO INDUCTIVO
La diferencia fundamental entre el método deductivo y el método inductivo es que el primero aspira a demostrar, mediante la lógica pura, la conclusión en su totalidad a partir de unas premisas, de manera que se garantiza la veracidad de las conclusiones, si no se invalida la lógica aplicada.
Por el contrario, el método inductivo crea leyes a partir de la observación de los hechos, mediante la generalización del comportamiento observado; en realidad, lo que realiza es una especie de generalización, sin que por medio de la lógica pueda conseguir una demostración de las citadas leyes o conjunto de conclusiones.
Dichas conclusiones podrían ser falsas y, al mismo tiempo, la aplicación parcial efectuada de la lógica podría mantener su validez; por eso, el método inductivo necesita una condición adicional, su aplicación se considera válida mientras no se encuentre ningún caso que no cumpla el modelo propuesto.

MÉTODO DEDUCTIVO V/S. MÉTODO INDUCTIVO

EL MÉTODO INDUCTIVO
Esta metodología se asocia originariamente a los trabajos de Francis Bacon a comienzos del siglo XVII. En términos muy generales, consiste en establecer enunciados universales ciertos a partir de la experiencia, esto es, ascender lógicamente a través del conocimiento científico, desde la observación de los fenómenos o hechos de la realidad a la ley universal que los contiene. Resumiendo las palabras de Mill (1973, las investigaciones científicas comenzarían con la observación de los hechos, de forma libre y carente de prejuicios. Con posterioridad -y mediante inferencia- se formulan leyes universales sobre los hechos y por inducción se obtendrían afirmaciones aún más generales que reciben el nombre de teorías.
Según este método, se admite que cada conjunto de hechos de la misma naturaleza está regido por una Ley Universal. El objetivo científico es enunciar esa Ley Universal partiendo de la observación de los hechos.
Atendiendo a su contenido, los que postulan este método de investigación distinguen varios tipos de enunciados:
• Particulares, si se refieren a un hecho concreto.
• Universales, los derivados del proceso de investigación y probados empíricamente.
• Observacionales, se refieren a un hecho evidente.
Haciendo hincapié en el carácter empirísta de esta metodología, la secuencia seguida en este proceso de investigación puede resumirse en los siguientes puntos (Wolfe, 1924, pág. 450):
1. Debe llevarse a cabo una etapa de observación y registro de los hechos.
2. A continuación se procederá al análisis de lo observado, estableciéndose como consecuencia definiciones claras de cada uno de los conceptos analizados.
3. Con posterioridad, se realizará la clasificación de los elementos anteriores.
4. La última etapa de este método está dedicada a la formulación de proposiciones científicas o enunciados universales, inferidos del proceso de investigación que se ha llevado a cabo.
EL MÉTODO DEDUCTIVO
Antes de iniciar unas breves pinceladas obre este método, es interesante resaltar una distinción importante entre deductivismo y deducción, lo mismo que podría establecerse entre inductivismo e inducción. La deducción, tanto si es axiomática como matemática, puede emplearse de manera que facilite el análisis estadísitco y el contraste. Sin embargo, el deductivismo implica que la estadística y el conocimiento empírico es tan transitorio que no vale la pena y que un primer análisis deductivo puede proporcionar una mejor comprensión de un determinado fenómeno (Pheby, 1988, pág. 14).
Las primeras consideraciones del método deductivo podrían remontarse a los trabajos de Descartes a comienzos del siglo XVII, en su afán de encontrar un método que proporcionara un mejor conocimiento de las diferentes esferas de actividad. Por consiguiente, los objetivos de Bacon y Descartes eran similares, sin embargo, la forma de conseguirlos era diametralmente opuesta. Descartes utilizaba la deducción y las matemáticas como punto referencial, mientras que Bacon le prestaba muy poca atención a estos instrumentos.
Centrándonos en el deductivismo, se trata de un procedimiento que consiste en desarrollar una teoría empezando por formular sus puntos de partida o hipótesis básicas y deduciendo luego sus consecuencia con la ayuda de las subyacentes teorías formales. Sus partidarios señalan que toda explicación verdaderamente científica tendrá la misma estructura lógica, estará basada en una ley universal, junto a ésta, aparecen una serie de condicionantes iniciales o premisas, de las cuales se deducen las afirmaciones sobre el fenómeno que se quiere explicar.
El argumento deductivo se contrapone al método inductivo, en el sentido de que se sigue un procedimiento de razonamiento inverso. En el método deductivo, se suele decir que se pasa de lo general a lo particular, de forma que partiendo de unos enunciados de carácter universal y utilizando instrumentos científicos, se infieren enunciados particulares, pudiendo ser axiomático-deductivo, cuando las premisas de partida están constituidas por axiomas, es decir, proposiciones no demostrables, o hipotéticos-deductivo, si las premisas de partida son hipótesis contrastables.
Las leyes universales vendrán dadas por proposiciones del tipo “en todos los casos en los que se da el fenómeno A, se da también el fenómeno B. Estas leyes tendrán un carácter determinista cuando se refieran a fenómenos >”B” individuales y carácter estocástico cuando hagan mención a clases de fenómenos “B” que se den con una cierta probabilidad.
La actuación seguida por el investigador sería la siguiente:
1. Planteamiento del conjunto axiomático de partida. El criterio que debe seguirse en esta etapa debe ser el de la sencillez. Los supuestos deben incorporar sólo las características más importantes de los fenómenos, debiendo ser eliminadas las irrelevantes. Debe existir coherencia entre los postulados, sin que haya contradicción entre unos y otros.
2. Proceso de deducción lógica, partiendo siempre de los postulados iniciales, es decir, de la etapa anterior.
3. Enunciado de leyes de carácter general, a los que se llegará partiendo del conjunto axiomático y a través del proceso de deducción.
Del procedimiento lógico se infiere que las explicaciones y predicciones siguen las mismas reglas de deducción, la única diferencia está en que la explicación se produce una vez que ha ocurrido el suceso, mientras que la predicción tienen un carácter apriorístico.
Para citar una causa determinada como explicación de un fenómeno concreto, hemos de someterlo a una ley universal. En el caso de la predicción, partimos de una ley universal y de un conjunto de premisas deduciendo de ellos proposiciones acerca del fenómeno desconocido.
La idea de la existencia de un paralelismo entre la naturaleza de las explicaciones y de las predicciones ha sido denominada “tesis de la simetría”. Este concepto ha suscitado numerosas críticas. Se argumenta que la predicción no tiene por qué implicar explicación, e incluso que la explicación no tiene por qué implicar predicción alguna. Esta conclusión nos parece razonable, en cuanto que para predecir el valor futuro de una variable basándonos en sus valores históricos no es necesario explicar la naturaleza de la misma, basta con aplicar los métodos estadísticos apropiados. Igualmente, para explicar la naturaleza de la variable no es necesario extrapolar valores futuros. A estos efectos comenta Blaug (1985, pág. 22): “Mientras para la predicción es suficiente con que exista correlación entre dos variables, par la explicación es necesario saber acerca de la naturaleza de las variables y de algo que determine cuál es la variable causa y cuál la variable efecto”.
Por último, finalizaremos la descripción del método deductivo afirmando que, dada la dificultad para contrastar empíricamente las hipótesis básicas, se da cada vez un mayor grado de abstracción de las teorías construidas a partir de este procedimiento, lo que conlleva la construcción de modelos como representación simplificada de la realidad, con el consiguiente riesgo de separación entre modelo y realidad. Sin embargo, es preciso señalar, como apunta Pheby (1988, pág. 14), que existe una clara separación entre deductivismo y los procedimientos de deducción que habitualmente se emplean en economía. La deducción, sea axiomática o matemática, puede ser empleada para facilitar los análisis estadísticos y test de hipótesis, en cambio el deductivismo postula que el conocimiento estadístico y empírico es transitorio, un primer análisis deductivo puede proporcionar mejor comprensión de los fenómenos.
DIFERENCIA FUNDAMENTAL ENTRE EL MÉTODO DEDUCTIVO Y EL MÉTODO INDUCTIVO
La diferencia fundamental entre el método deductivo y el método inductivo es que el primero aspira a demostrar, mediante la lógica pura, la conclusión en su totalidad a partir de unas premisas, de manera que se garantiza la veracidad de las conclusiones, si no se invalida la lógica aplicada.
Por el contrario, el método inductivo crea leyes a partir de la observación de los hechos, mediante la generalización del comportamiento observado; en realidad, lo que realiza es una especie de generalización, sin que por medio de la lógica pueda conseguir una demostración de las citadas leyes o conjunto de conclusiones.
Dichas conclusiones podrían ser falsas y, al mismo tiempo, la aplicación parcial efectuada de la lógica podría mantener su validez; por eso, el método inductivo necesita una condición adicional, su aplicación se considera válida mientras no se encuentre ningún caso que no cumpla el modelo propuesto.

lunes, 12 de abril de 2010

La comunicación humana

El funcionamiento de las sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Esta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos.
Desde un punto de vista técnico se entiende por comunicación el hecho que un determinado mensaje originado en el punto A llegue a otro punto determinado B, distante del anterior en el espacio o en el tiempo. La comunicación implica la transmisión de una determinada información. La información como la comunicación supone un proceso; los elementos que aparecen en el mismo son:

•Código. El código es un sistema de signos y reglas para combinarlos, que por un lado es arbitrario y por otra parte debe de estar organizado de antemano.

•El proceso de comunicación que emplea ese código precisa de un canal para la transmisión de las señales. El Canal sería el medio físico a través del cual se transmite la comunicación.
Ej: El aire en el caso de la voz y las ondas Herzianas en el caso de la televisión.


•En tercer lugar debemos considerar el Emisor. Es la personaque se encarga de transmitir el mensaje. Esta persona elije y selecciona los signos que le convienen, es decir, realiza un proceso de codificación; codifica el mensaje.

•El Receptor será aquella persona a quien va dirigida la comunicación; realiza un proceso inverso al del emisor, ya que descifra e interpreta los signos elegidos por el emisor; es decir, descodifica el mensaje.

•Naturalmente tiene que haber algo que comunicar, un contenido y un proceso que con sus aspectos previos y sus consecuencias motive el Mensaje.

•Las circunstancias que rodean un hecho de comunicación se denominan Contexto situacional (situación), es el contexto en que se transmite el mensaje y que contribuye a su significado.

Ej: Un semáforo en medio de una playa no emite ningún mensaje porque le falta contexto.

La consideración del contexto situacional del mensaje es siempre necesario para su adecuada descodificación.

En el esquema clásico de Jakobson aparece el referente que es la base de toda comunicación; aquello a lo que se refiere el mensaje; la realidad objetiva.

Todos estos elementos que forman el esquema de la comunicación tienden a conseguir la eficacia de la información. Ésta se fundamenta en una relación inversa entre la extensión de la unidad de comunicación y la probabilidad de aparición en el discurso.

+ Extensión de la unidad comunicativa à - Probabilidad de aparición.

- Extensión de la unidad comunicativa à + Probabilidad de aparición.

Este principio general de la teoría informativa se manifiesta en el hecho empíricamente demostrado o observado que las palabras o frases tienden a cortarse; tendemos siempre a una economía del lenguaje. Así un conferenciante que habla extensamente y nos va diciendo lo que ya sabemos lo tintamos de "rollo", ya que en este caso la relación no es inversa sino directa: mucha extensión, mucha probabilidad.

- RUIDO Y REDUNDANCIA.

Se denomina ruido a cualquier perturbación experimentada por la señal en el proceso de comunicación, es decir, a cualquier factor que le dificulte o le impida el afectar a cualquiera de sus elementos. Las distorsiones del sonido en la conversación, en radio, televisión o por teléfono son ruido, pero también es ruido la distorsión de la imagen de la televisión, la alteración de la escrituraen un viaje, la afonía del hablante, la sordera del oyente, la ortografía defectuosa, la distracción del receptor, el alumno que no atiende aunque este en silencio...

Para evitar o paliar la inevitable presencia del ruido en la comunicación es habitual introducir cierta proporción de redundancia en la codificación del mensaje.

La redundancia en el código del mensaje consiste en un desequilibrio entre el contenido informativo y la cantidad de distinciones requeridas para identificar.

+ Mensaje à - Información

La redundancia es la parte del mensaje que podría omitirse sin que se produzca pérdida de información. Cualquier sistema de comunicación introduce algún grado de redundancia, para asegurar que no hay pérdida de información esencial, o sea para asegurar la perfecta recepción del mensaje.

Ej: Los niños altos.

Plural masculino

La redundancia libremente introducida por el emisor puede revestir las más diversas formas.

Ej. de redundancia: Elevar la voz, el subrayado, el uso de Mayúsculas,...

viernes, 9 de abril de 2010

Tipos de Mundos en la Literatura


La literatura nos traslada por diversos mundos abriéndonos caminos por espacios y tiempos inexplorados. Esta enriquecedora experiencia está dada por la magia que encierra cada palabra, las cuales van entretejiendo una atmósfera única que nos permite penetrar en el universo de imágenes, acontecimientos y personajes que se nos presentan de manera vívida en el relato. Ahora bien, el múltiple uso que se le puede dar a las palabras permite que éstas vayan configurando diversos tipos de mundo, cada uno de los cuales entrega al lector una experiencia inigualable, logrando que éste viaje confiado en busca del destino deparado por el creador. Así, entonces, los mundos posibles de encontrar en la literatura, atendiendo a dos clasificaciones, son:


Según el tipo de realidad que representan, que son aquellas cuyas visiones de mundo se diferencian por los espacios, tiempos, personajes y acciones que lo conforman, podemos distinguir:

• El Mundo Mítico: Los mitos son relatos anónimos que nos remiten a un pasado remoto o al origen del mundo; se caracterizan por la presencia de dioses, semidioses, héroes, acontecimientos y personajes sobrenaturales. Surgieron como respuesta del ser humano para poder explicar hechos y fenómenos que en aquel entonces no tenían una explicación objetiva.
Según el efecto perseguido con su representación, que son aquellos que buscan dar una visión global de la configuración de la existencia, a través de la atmósfera creada, podemos señalar:

• El Mundo Realista: Se caracteriza por ajustarse a la realidad de los acontecimientos. Su finalidad es reflejar objetivamente los rasgos característicos de su época, los lugares, los tipos humanos, las causas y los efectos de un determinado hecho. Para ello el escritor utiliza el método de observación directa de la realidad referida. Mientras más exhaustivas son las descripciones, mayor credibilidad se logra en el lector (Charles Dickens, Oliver Twist).

• El Mundo Fantástico: Se caracteriza por comenzar en un mundo realista-cotidiano, el cual se rompe ante un determinado hecho o acontecimiento inexplicable, en principio, por la lógica de nuestro mundo, por ejemplo “La metamorfosis” (F. Kafka). Dicho acontecimiento se puede explicar a lo largo del relato a través de dos formas: natural y sobrenatural. La primera de ellas resuelve el enigma dando razones lógicas y creíbles en nuestro mundo; mientras que la segunda, responde al mundo fantástico puro, en el cual no hay explicación alguna para resolver este hecho. Cabe mencionar que, este mundo puede adquirir matices dando lugar a “submundos”, como la Ciencia Ficción y el Terror.


• El Mundo Legendario: Este tipo de relato pertenece, en un principio, a la tradición oral y anónima. En algunos casos, se basa en hechos históricos; en otros, es originado de las explicaciones del saber popular sobre fenómenos en que se advierten rasgos fantásticos o maravillosos, por lo general, de raíz folclórica. Cabe mencionar que, el protagonista puede ser un personaje originado en poemas épicos.

Factores y Funciones de la Comunicación


Para que la comunicación sea posible deben intervenir una serie de elementos extralingüísticos, es decir, que no pertenecen a la lengua como tal, pero que sin ellos sería imposible el proceso de interacción (sea verbal o no verbal). A estos les llamaremos elementos o factores de la comunicación.
Los principales factores o elementos de la comunicación son:
El emisor
Quien transmite, sea diciendo, gesticulando o escribiendo el mensaje.
Receptor
Es quien recibe el contenido del mensaje, sea el oyente, quien ve los gestos del emisor o lee sus textos.
Mensaje
Es la expresión del emisor, lo que el desea transmitir al destinatario. Pueden ser palabras, movimientos que tienen algún sentido o significación o escritura.
Código
Sistema de signos que utiliza el emisor para dar a entender su mensaje. Por ejemplo, un idioma en común, sonidos, letras, etc.
Canal
Es el medio por el cual se expresa la información. Puede ser a través de la voz, las ondas sonoras, la visión u otros.
Contexto
Entorno en el que se desarrolla el acto comunicativo, el ambiente físico o psicológico.
También existen otros factores secundarios que intervienen en el proceso de la comunicación. Estos son:
Tema
Es aquello de lo que se trata el mensaje, el asunto.
Elementos kinésicos
Son los gestos del emisor, movimientos, posturas corporales.
Elementos proxémicos
Distancia. Es el espacio que deja o toma el hablante al comunicarse, así como el contacto físico que pudiera haber en la interacción.
Elementos paralingüísticos
Datos que influyen en el momento de la comunicación, sonidos, ruidos, timbres, ritmos o pausas.
Intención
Es qué es lo que desea conseguir el emisor cuando da el mensaje. Puede ser informar, convencer, exponer, narrar, etc.
Simetría y Asimetría
Entre el emisor y el destinatario (receptor) existe una relación de comunicación, pero esta puede variar dependiendo de la situación en que se hallen. Por ejemplo, si el emisor está en un lugar o puesto de autoridad, por sobre el receptor, esta relación entre los hablantes será asimétrica, pues el receptor no se encuentra en las mismas condiciones de jerarquía que el ejecutante del mensaje. Esto puede ser al contrario también, o sea, que la posición de poder la ostente el receptor y el emisor sea el subalterno, en ambos casos se habla de asimetría y la comunicación se dará en términos formales.
Se habla de relación simétrica cuando los hablantes se hablan de igual a igual y no hay una posición de poder de uno sobre el otro; como es el caso de una conversación amistosa, donde el registro a utilizar será informal.

Funciones del lenguaje

Se denominan funciones del lenguaje aquellas expresiones del mismo que pueden trasmitir las actitudes del emisor (del hablante, en la comunicación oral y del escritor, en la comunicación escrita) frente al proceso comunicativo.
El lenguaje se usa para comunicar una realidad (sea afirmativa, negativa o de posibilidad), un deseo, una admiración, o para preguntar o dar una orden. Según sea como utilicemos las distintas oraciones que expresan dichas realidades, será la función que desempeñe el lenguaje.

El lenguaje tiene seis funciones:

1. Función Emotiva
2. Función Conativa
3. Función Referencial
4. Función Metalingüística
5. Función Fática
6. Función Poética


Receptor (función conativa)
Contexto (función referencial)
Mensaje (función poética)
Código (función metalingüística)
Contacto o Canal (función fática)

1. Función emotiva: El mensaje que emite el emisor hace referencia a lo que siente, su yo íntimo, predominando él, sobre todos los demás factores que constituyen el proceso de comunicación.
Las formas lingüísticas en las que se realiza esta función corresponden a interjecciones y a las oraciones exclamativas.

Ej: - ¡Ay! ¡Qué dolor de cabeza!
-¡Qué gusto de verte!
-¡Qué rico el postre!

2. Función Conativa: El receptor predomina sobre los otros factores de la comunicación, pues la comunicación está centrada en la persona del tú, de quien se espera la realización de un acto o una respuesta.
Las formas lingüísticas en las que se realiza preferentemente la función conativa corresponden al vocativo y a las oraciones imperativas e interrogativas.
Ej :
- Pedro, haga el favor de traer más café
- ¿Trajiste la carta?
- Andrés, cierra la ventana, por favor
3. Función referencial: El acto de comunicación está centrado en el contexto, o sea, en el tema o asunto del que se está haciendo referencia. Se utilizan oraciones declarativas o enunciativas, pudiendo ser afirmativas o negativas.
Ej :
- El hombre es animal racional
- La fórmula del Ozono es O3
- No hace frío
- Las clases se suspenden hasta la tercera hora
4. Función metalingüística: Se centra en el código mismo de la lengua. Es el código el factor predominante.
Ej .
- Pedrito no sabe muchas palabras y le pregunta a su papá: ¿Qué significa la palabra “canalla”?
- Ana se encuentra con una amiga y le dice : Sara, ¿A qué operación quirúrgica te refieres?
5. Función fática: Consiste en iniciar, interrumpir, continuar o finalizar la comunicación. Para este fin existen Fórmulas de Saludo (Buenos días, ¡Hola!, ¿Cómo estai?, ¿Qui ´hubo?, etc), Fórmulas de Despedida (Adiós, Hasta luego, Nos vemos, Que lo pases bien ,etc.) y Fórmulas que se utilizan para Interrumpir una conversación y luego continuarla ( Perdón....., Espere un momentito..., Como le decía..., Hablábamos de..., etc).
6. Función poética: Se utiliza preferentemente en la literatura. El acto de comunicación está centrado en el mensaje mismo, en su disposición, en la forma como éste se trasmite. Entre los recursos expresivos utilizados están la rima, la aliteración, etc.
Ej :
- “Bien vestido, bien recibido”
- “Casa Zabala, la que al vender, regala”

TOPICOS LITERARIOS


AMOR POST MORTEM (Amor más allá de la muerte):
Carácter eterno del amor, sentimiento que perdura después de la muerte física.

AMOR BONUS (Amor bueno):
Carácter positivo del amor espiritual.

AMOR FERUS (Amor salvaje):
Carácter negativo del amor físico, de la pasión sexual.

AMOR MIXTUS (Amor mixto):
Carácter complejo del amor físico y espiritual, cuando se dan conjuntamente.

BEATUS ILLE (Dichoso aquel):
Elogio de la vida campesina, rural, frente al ajetreo urbano y cortesano.

CARPE DIEM (Goza de este día):
Invitación al goce de los años de juventud (= día) y al aprovechamiento del momento, antes de que el inevitable paso del tiempo nos conduzca a la vejez y a la muerte.
Vid. Collige, virgo rosas y Fugit irreparabile tempus

COLLIGE, VIRGO, ROSAS (Coge, virgen, las rosas ...):
Carácter irrecuperable de la juventud y la belleza: invitación a gozar del amor (simbolizado en la rosa) antes de que el tiempo robe nuestros mejores años.
Vid. Carpe Diem

CONTEMPTUS MUNDI (Desprecio del mundo):
Menosprecio del mundo y de la vida terrena que no son otra cosa que un valle de lágrimas y de dolor.

DESCRIPTIO PUELLAE (Descripción de la joven):
Descripción física enumerativa-gradativa de una joven siguiendo un orden descendente: cabeza, cuello, manos...

DUM VIVIMUS, VIVAMUS (Mientras vivimos, vivamos):
Concepción de la vida humana como algo pasajero e irrenunciable con la consiguiente invitación a su goce y disfrute.

FUGIT IRREPARABILE TEMPUS (El tiempo pasa irremediablemente):
Carácter irrecuperable del tiempo vivido: evocación de la condición fugaz de la vida humana.

FUROR AMORIS (El amor apasionado):
Concepción del amor como una enfermedad que niega todo poder a la razón.

HOMO VIATOR (El hombre viajero):
Carácter itinerante del vivir humano, considerada la existencia como "camino", viaje o peregrinación.
Vid. Peregrinatio vitae

IGNIS AMORIS (El fuego del amor):
Concepción del amor como fuego interior. concepción del amor como una locura, como una enfermedad mental que niega todo poder a la razón.
LOCUS AMOENUS (Lugar agradable):
Carácter mítico del paisaje ideal, descrito bucólicamente a través de sus diversos componentes (prado, arroyo, árbol...) y relacionado, casi siempre, con el sentimiento amoroso.

MEMENTO MORI (Recuerda que has de morir):
Carácter cierto de la muerte como fin de la vida: advertencia aleccionadora.

MILITIA EST VITA HOMINIS SUPER TERRA (La vida de los hombres sobre la tierra es lucha):
Carácter bélico de la vida humana, entendida como campo de batalla en el que se desarrolla una continua lucha frente a todo: los hombres, la sociedad, el destino...

MILITIA SPECIES AMOR EST (El amor es un tipo de lucha):
Carácter bélico del sentimiento amoroso, visto como contienda o enfrentamiento entre dos adversarios: los enamorados.

OMNIA MORS AEQUAT (La muerte iguala a todos):
Carácter igualitario de la muerte que, en su poder, no discrimina a sus víctimas ni respeta jerarquías.

OCULOS SICARII (Ojos homicidas):
Carácter simbólicamente asesino de la mirada.

PEREGRINATIO VITAE (El viaje de la vida):
Carácter pasajero de la vida humana, entendida como "camino" que el hombre debe recorrer.
Vid. Homo viator

QUOMODO FABULA, SIC VITA (Así como el teatro es la vida):
Carácter representativo de la vida humana: dramatización única e irrepetible de nuestra existencia.
Vid. Vita-theatrum

QUOTIDIE MORIMUR (Morimos casa día):
Carácter determinante del tiempo en la vida humana, considerada como "camino" que debe recorrerse hacia su meta: la muerte.
Según ello, cada momento de nuestra existencia es un paso hacia la muerte.

RECUSATIO (Rechazo):
Rechazo de valores y actitudes ajenas.

RELIGIO AMORIS (Culto al amor):
Carácter alienante del sentimiento amoroso, presentado como una enfermedad o servidumbre de la que el hombre debe liberarse.

RUIT HORA (El tiempo corre):
Carácter efímero del tiempo y, por extensión, de la vida, que nos precipita hacia la muerte irremediablemente.

SIC TRANSIIT GLORIA MUNDI (Así pasa la gloria mundana):
Carácter pasajero de la fortuna o reputación humana, condenada a verse arrastrada por la muerte.

SOMNIUM, IMAGO MORTIS (El sueño, imagen de la muerte):
Carácter de muerte aparente que ofrece el cuerpo humano en actitud de reposo, cuando el hombre duerme.

THEATRUM MUNDI (El teatro del mundo):
Carácter representativo del mundo y de la vida, entendidos como escenarios dramáticos en que diversos actores -los hombres- representan los papeles de una obra ya escrita.
Vid. Vita-theatrum

UBI SUNT (¿Dónde están?):
Carácter desconocido del más allá, de la otra orilla de la muerte, materializado en interrogaciones retóricas acerca del destino o paradero de grandes hombres que han muerto.

VANITAS VANITATIS (Vanidad de vanidades):
Carácter engañoso de las apariencias, que exige el rechazo o renuncia de toda ambición humana, por considerarla vana.

VARIUM ET MUTABILE SEMPER FEMINA (Variable y mudable, siempre es la mujer):
Carácter inestable de la mujer, presentada desde una perspectiva misógina como ser cambiante e indeciso.

VENATUS AMORIS (Caza de amor):
La relación amorosa es presentada como cacería del ser amado.

VITA-MILITIA (La vida como lucha):
Carácter bélico de la existencia humana, entendida como lucha constante frente a las adversidades y asechanzas externas.

VITA-FLUMEN (La vida como río):
Carácter fluyente de la existencia humana, equiparada a un río que avanza, sin detenerse, hasta fundirse en el mar, su muerte.

VITA-SOMNIUM (La vida como sueño):
Carácter onírico de la vida humana, entendida como un sueño irreal, una ficción extraña y pasajera.

VITA-THEATRUM (La vida como teatro):
Carácter representativo de la existencia humana, presentada como dramatización única e irrepetible del propio papel vital.
Vid. Theatrum mundi y Quomodo fabula, sic vita
El español de Chile
Si usted escucha o lee que "unos patos malos están aguaitando a unas cabras p'atracarles el bote y tirárseles a los panqueques", dé por seguro que está escuchando hablar a un chileno, y si, además, se entera de que ~las pericas las pararon a tiempo y apretaron cachete..."podrá decir "al tiro" que "la conversa" se desarrolla de la plaza Italia p'abajo, en alguna de las comunas o barrios "pobletes" de Santiago... (San Miguel, Pudahuel, Estación Central, El Bosque o La Pintana).
Tal vez sea por esto que alguien dijo que "si en alguna parte de América había y hay condiciones de las exigidas para la formación de una nueva lengua, debe ser en Chile".
Sin embargo, esos temores se han disipado totalmente, ya que en esta baranda andina y litoral del mar Pacífico han cantado y contado al genio americano dos de las cumbres de la lengua española: Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Mas, como en cualquier otro lugar de esta América que "aún ama a Jesucristo y aún habla el español", tampoco los chilenos andan reproduciendo el hablar culto y literario de Pablo y Gabriela. Su conversación cotidiana se acerca más naturalmente al murmullo coloquial de Lucila (Godoy) y Neftalí (Reyes), nombres con que los llamaron sus padres, hermanos y compañeros de la escuela.
El castellano o españiol llegado a Chile con Valdivia y sus 150 compañeros había tenido tiempo de aclimatarse a las exigencias y novedades del medio americano en la llamada "koiné" antillana, primero, - donde homogeneizó las diferencias dialectales traídas desde la "península" y asimiló los aportes del arahuaco (Haití) y del náhuatl - y en el Cuzco después, donde recogió las pequeñas contribuciones del aimara y el guaraní; pero qué decir de las del quechua, lengua con la que se vinieron topando y tropezando en cuanto tambo y pucará hicieron alto hasta llegar al río Maule, frontera sur; alguna voz del incariato.
Sin embargo, la cantidad mayor de léxicos incorporados al español de Chile proviene de la lengua mapuche o mapudungun, idioma del pueblo aborigen con el que el resto de Améerica identifica a la nación chilena. Como en todo el español de América, las lenguas indígenas no han influido, ni menos modificado, la estructura interna del castellano. Particularmente, en Chile no ha presionado ni siquiera la fonética como algún filólogo creyó notar en cierto momento de sus investigaciones. Pero se ha constituido como su primer sustrato léxico.
Las personas educadas y cultas de Chile emplean la lengua general de Castilla, con algunas particularidades, procurando ajustarse a las normas de la lengua literaria, que tiene en Santiago, la capital del país, su referente y centro difusor más importante, tanto porque en ella se concentra el tercio de la población, cuanto porque acá se ubican los centros mayores y mejores de investigación y difusión científica, tecnológica, cultural y de comunicación. Sin embargo, el esfuerzo modernizador de Chile en los últimos veinte años les está permitiendo a las regiones erigir centros de educación superior y universitaria con proyecciones y resultados de difícil pronóstico en cuanto al mejorarmiento del uso de nuestra lengua madre. Tal vez sea aplicable a los usos lingüísticas los temores y dudas que muchos chilenos tienen respecto a las distintas "transiciones" que se han estado viviendo. Se constatan evidentes progresos y avances en "lo macro", no siempre percibidos de igual forma en lo "micro". Lo que sí se puede aseverar con seguridad es que los avances y adquisiciones científicas y económicas han descargado sobre el habla común un torrente de extranjerismos que nos han ido diluyendo la identidad de un hablar propio.
En Chile, como casi en toda América, existe unificación completa de s-c (ante e, i) y z en s sorda (seseo). Hoy por hoy, el seseo es general en todo el país, de modo que, sin un contexto esclarecedor, un chileno podría estar "en la cima" o "en la sima", pero es más fácil saber "si siega una niña ciega".
Del mismo modo se puede decir que todo Chile es hoy día zona de "yeísmo". Se escucha un cada vez más tenue "lleísmo" en regiones cordilleranas apartadas, y en sectores campesinos y de gente ilusetrada de las provincias de los Ángeles y Talca (centro sur).
En el uso cotidiano de la lengua se observan peculiaridades muy notables, como es un aflojamiento tan ostensible de los puntos de articulación de la s y la d, en los finales de palabra o término de sílaba: se pierden totalmente o se reducen a una leve aspiración. Una fórmula de saludo, normal en Chile, sería: ¿Cómoehtá uhté? - ¿Cómo está usted?... ¿Quéhdesubi( )a - ¿Qué es de su vida?... Por estos lados (laoh) cuando le deseen "salu" (salud) se lo desean de "verdá" (verdad). Deberá clarificar, eso sí, si le están deseando que se encuentre en buenas condiciones físicas o lo están invitando a beberse un trago. Si a esto y otra particularidad, como la no distinción entre b y v, le agregamos una enorme velocidade en el "tempo" de la frase, se podrá comprender la petición que la intérprete y presentadora italiana le formulara a nuestro "lolo regalón", el zurdo (juega con la mano izquierda) de Vitacura Marcelo ríos en la final del Abierto de Roma (tenis ATP):... "salude, mejor, en inglés, porque para mí, su castellano es inentendible...
Regionalismos léxicos
"Digo que norte sur corre la tierra, y báñala del oeste la marina; a la banda del este va una sierra que el mismo rumbo mil leguas camina" (La Araucana)
Antes de que Ercilla diera cuenta de la larguirucha fisonomía de esta tierra, ya embajadores tucmas (tucumanos) noticiaban a Viracocha la existencia de un país llamado Chile, con el que no podían tener comercio alguno "por una gran cordillera de sierra nevada que hay entre ellos y nosotros". Ya desde antiguo se sabía a Chile como un aislado huiro aferrado a los acantilados de los Andes.
"Sabemos que en el extremo norte, Chile está separado del mundo por una ancha extensión desértica. Por el sur mira a los hielos del Polo. Por el oeste tiene el océano hasta la mitdad del mundo; y por el este, la cordillera inmensa" (Chile o Una loca geografía. B. Subercaseaux).
Si nos echamos a andar por este largo choapino hecho jirones por ríos y estribaciones de cordilleras transversales, nos vamos encontrando con una variada gama de climas y caracteres geográficos que, a su vez, determinan una curiosa variedad de actividades laborales y tipos humanos. En el norte inmenso, la zona central, la cordillerana, la costa y el sur maderero o criancero se oyen expresiones y palabras que, escuchadas en los barrios o comunas de Santiago, apuntan al perfil geográfico en que se nutrieron y, fijando la atención, descubren hasta la actividad laboral que frecuentaron.
Los nortinos llevan sus hijos " a la tota" (al apa); comen "cocho" (harina tostada con leche o agua caliente); por el calor es bueno para ellos andar calatos (desnudos) y rumpos (pelados al rape); no les agradan los malacates (flojos); y, en presencia de una birraña (algo difícil de entender) es mejor mirarse el pupo (el ombligo).
Por su parte, a los sureños les gusta conchabear (hacer trueque); con los cagüineros (bulliciosos, enredosos) se encarachan (enojan); no les gusta mostrar las guilas (andrajos), y toleran ser lile (débil, tembleque), pero no piñiñento (mugriento).
Más al sur todavía, en Chiloé, a los niños los llevan cheque (al apa); después de una minga (trabajo comunitario o en grupo) comen curanto (comida cuya base la constituyen mariscos y pescados cocinados al calor de piedras calientes, en un hoyo y tapados con hojas de nalcas).
Algunas otras peculiaridades del lenguaje coloquial chileno
¿Querendones o "apocados"...?
Que haya que esperar "un poquito" porque se van a demorar "um ratito" es una forma frecuente en la expresión coloquial de todas las clases sociales, constituyéndose en un rasgo sobresaliente del habla chilena. El diminutivo en ito-a, ecito-a, como expresión de emoción, afecto y una variada gama de sensaciones es muy propio y distintivo del hablar de mujeres y niños, pero particularmente de la gente del pueblo y de los campesinos. Muy rara vez lo invitarán a tomarse un trago, un café o un pisco. Siempre le ofrecerán "un traguito", "un cafecito, tecito o matecito", y "un pisquito". Si anda con suerte, hasta lo pueden convidar a tomarse "unas oncecitas", costumbre chilena todavía vigente en ciudades y lugares provincianos. En Santiago, debido al cambio en los horarios de trabajo, la extensión de la jornada laboral, etc., no se ha perdido la costumbre, pero se ha ido desplazando hasta lo que llaman "onces-comida". "Tomar once" es como la versión chilensis del británico five o'clock tea. Es un decir, puesto que la o las onces chilenas tienen la más variada expresión culinaria, que va desde "el té pelado con galletitas" hasta la más apetitosa muestra de quesos, arrollados, queques, mermeladas y pasteles. El nombre es la más clara muestra de la cazurrería o hipocresía criollas. En efecto, se cuenta que la denominación arranca de un personaje que cambió su británica costumbre de tomar té por la criollísima de envalentonarse con unos traguitos de AGUARDIENTE. Pero como su valentía no le alcanzaba para admitirlo en público, contando las letras, le pedía a su criado que le "preparara sus ONCE". Hoy, en todos los lugares de nuestra geografía física y social se toma once u onces, y, mejor todavía... "oncecitas".
Muchos interpretan esta manera de usar el diminutivo como reflejo del ama tierna y respetuosa del chileno. Otros atribuyen esta forma de hablar "en poquito" como la aceptación de valer menos y falta de confianza en sí mismo.
Los usos de tú, vos, usted
Tanto en el lenguaje culto como en el coloquial y popular, se utilizan todos los pronombres del siglo XVI, salvo vosotros, os y el posesivo vuestro. No hay lugar ni estrato social donde se escuche el vosotros, os o vuestro... sólo se soportan en los ceremoniosos discursos académicos. Hasta la Iglesia los ha eliminado de sus púlpitos y oraciones.
"Vos tenís, tú tienes, tú tenís, usted tiene" son usos casi paralelos en las ciudades, lugares de diversión o trabajo a lo largo del país. De ahí que, en la elaboración del mapa audible de Chile, habría que colocar una extensa zona de uso indistinto del "voseo" y del "tuteo", con algún predominio del tuteo. Incluso, el tú está atrayendo para sí la alteración de la forma verbal reservada, hasta no hace mucho, sólo para el vos: "vos sos" o "soi tonto", está siendo reemplazado por "tú soi tonto", "tú tenís la culpa". Pero una especial relevancia tiene en Chile el uso del usted en lugar del tú y del vos cuando se requiere expresar una íntima ternura o un frío, severo y, hasta despectivo modo de colocar a alguien "en su lugar". Depende del tono y del semblante que el hijo observe en su padre para que comprenda si en ese "A ver, a ver, mi amigo... Con usted quiero conversar..." le va a llegar una felicitación, un consejo cariñoso, o una reprimenda con el respectivo raspacachos.
Los animales en el lenguaje popular de Chile
Sin aventurar explicaciones, es un hecho que en Chile se aprecia a un gallo choro, así como no es bien mirado un gallo vaca; las cabras, por lo general, son caballas y si un pajarón se las quiere dar de avispado con ellas, lo más seguro es que se vaya de aletazos.
La voz gallo es uno de los términos más populares y frecuentes para designar a un hombre hábil, listo y al que se le tiene cierta consideración y aprecio. Salvo, claro, cuando se le indica coo vaca que es como motejarlo de pesado y "mala leche". Ahora, si, además, es choro, quiere decir que se le considera corajudo, simpático e ingenioso. Las cabras y los cabros son muchachos o muchachas que, si por añadidura, son caballas, colman el gusto por su bella figura. El pajarón es un colgado, poco avisado, que si se quiere pasar de listo - avisparse - le van a pegar sus puñeres -irse de ala o de aletas. Un tonto simplón es un pavo y un gallina es un cobarde, así como el incauto es un zorzal; el abusador embaucador es un tiburón, el mirón encubierto, un sapo, y el distraído y boquiaberto un ganso. Con esos y otros términos, la gente en su lenguaje coloquial hace toda surte de combinaciones ingeniosas y simpáticas para caracterizar a hombres y mujeres de su entorno más próximo.
Lizardo Piña Vargas es filólogo, especialista en literatura, profesor de español

jueves, 8 de abril de 2010

La Identidad del Chileno

Es indiscutible que los chilenos vivimos realidades diferentes. Niveles socioeconómicos, pensamientos políticos, religiones, calidad educativa etc; influyen en ello. Cada región del país tiene sus propias tradiciones, comidas típicas, música, bailes y hasta la forma de vivir la fe es distinta. A pesar de todas estas diferencias culturales y sociales hay algo que nos une a todos los chilenos ¿Existe realmente una identidad chilena? ¿Qué es “eso” que nos une a todos? ¿Cuáles son los factores que la componen? ¿Sufre algún tipo de evolución, o es siempre la misma?
Para poder responder todas estas preguntas, primero hay que distinguir un concepto clave: Identidad. El Diccionario de la Real Academia Española define identidad como “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”.
La cultura chilena se ha caracterizado por ser particularmente única. Muy distinta a todas las culturas latinoamericana. Esto sucede, principalmente como consecuencia de la geografía muy especial que posee nuestro país. Nos separan del resto de los pueblos latinoamericanos una cordillera de más de 4.200 metros de largo, que va de norte a sur y que alcanza en algunos lugares alturas mayores a los 6.000 metros; el desierto más seco del mundo; y miles de kilómetros de extenso mar. Barreras no muy fáciles de superar, lo que nos ha llevado a estar apartados del resto del mundo, como si viviésemos en nuestra propia isla.
Jorge Larraín en su último libro “Identidad Chilena”, con respecto a la identidad de nuestro país dice: “En Chile, la modernidad tanto como la identidad cultural son procesos que se van construyendo históricamente”. Cuando Chile era parte de la colonia Española, y estaba bajo el mando de los reyes, era una más de las tierras conquistadas. Hablaban el mismo idioma, tenían la misma religión y la misma importancia ante los ojos de los monarcas españoles que los virreinatos vecinos. El proceso de formación y evolución del pueblo chileno como tal, comienza junto con el período de la Independencia y el desligue de la Corona Española. Chile es un país mestizo, es decir sus habitantes son una “mezcla” de españoles e indígenas, así como son también sus tradiciones y costumbres. Desde esta etapa hasta hoy; nuestra identidad ha seguido evolucionando.
Actualmente Chile esta creciendo en el plano económico; firmando Tratados de Libre Comercio con algunas de las potencias más importantes a nivel mundial, como son por ejemplo, Japón, Corea, Estados Unidos, entre otros. Lo que nos ha llevado a centrarnos en otros objetivos. Ligado a este crecimiento, viene la globalización, que ha tenido como consecuencia que se pierda cada vez más lo autóctono del chileno.
Si miramos al prototipo chileno del campo, el huaso, este simboliza casi un emblema nacional: tranquilo, bruto, sacador de vuelta, bueno para el vino y la chicha, coqueto, ladino, simpático e ingenioso. Y en el lado femenino, la huasita coqueta, trabajadora, la que generalmente es la que saca a su familia adelante, la que hace las mejores cazuelas y empanadas de pino.
Dentro de la parte folclórica, se encuentra la cueca, en la zona central. La cual, lamentablemente es dejada más de lado, y reemplazada por cumbias y salsas en las fondas todos los 18 de septiembre. En el norte, está la fiesta de la Tirana entre otras. En el sur, el vals chilote, el costillar etc.
Nuestra tradición culinaria también nos representa. La chicha, el vino, los porotos con rienda, el tomaticán, el ajiaco, el pebre y el pan amasado, el pan de huevo, los empolvados y los chilenitos. También hay que tener en cuenta los platos nortinos y los del sur como la cazuela chilota, curanto y el caldillo de congrio, tan chileno que hasta el mismo Pablo Neruda lo homenajeo, con una oda.
El chileno se caracteriza, por su forma de hablar. La cantidad de modismos y de palabras inventadas, algunos tradicionales dichos nos han llevado a crear una derivación del español. Otros países de habla hispana, se refieren a nuestra forma de hablar “como si cantáramos”, y la mayoría de ellos al escuchar la palabra “cachai” no saben de lo que se les está hablando y tampoco entienden que en Chile todas las conjugaciones de los verbos terminen en “-í” (¿Tení un lápiz?) o que las eses al final de las palabras plurales tampoco sean pronunciadas (Hey, me “prestai” esos “libro”). El chileno tiende ha hablar en diminutivos. ¿Porque? Nadie lo sabe con certeza. La única respuesta que encuentro para esta pregunta es que forma parte de nuestra identidad. Otro aspecto muy relevante de nuestra “jerga chilena”, y talvez el más importante, es “esa palabra” que todo chileno conoce. Es tan popular y tan conocido, que ya ha pasado a ser parte del vocabulario cotidiano de muchas personas. Es tan “importante” dentro de nuestro vocabulario, que es utilizado como verbo, en todas sus conjugaciones, como sustantivo y como adjetivo. También se puede utilizar para ambos géneros, femenino y masculino; y tiene sus respectivos diminutivos. Incluso, fue incluida en la última edición del Diccionario de la Real Academia Española, junto con otros dichos y palabras.
Físicamente, las/los chilenos/as son bajos, gorditos, morenos y sin mayor atractivo físico, los hace sentirse inseguros, sobre todo al ver la imagen “imponente” de un alemán de un metro noventa, ojos azules y pelo rubio.
Alberto Cabero opina que los chilenos somos patriotas y egoístas; hospitalarios y duros; fraternales; religiosos y fatalistas; supersticiosos; sufridos; pesimista etc.
Benjamín Subercaseaux, piensa que hay una psicología nacional donde destaca rasgos de tipo depresivo, imposibilidad de vivir la vida dentro del presente, vivimos obsesionados con el ayer o con el mañana, pero descuidamos el presente. El chileno es un ser a disgusto, desconfiado, tímido, sensible, mediocre y todo esto se lo atribuye al clima de grandes oscilaciones térmicas y una geografía de carácter insular.
Hernán Godoy, coincide en que el chileno tiene un carácter especial, fuertemente influenciado por la geografía de su país. Sin embargo, enfatiza los aspectos positivos como la voluntad, la sobriedad, el espíritu democrático, la tenacidad y la lucha por la justicia, el estoicismo, calidez y afecto.
Otro rasgo muy importante es la inseguridad del chileno. Siempre se siente inferior frente a los extranjeros (sólo “gringos” y europeos); dejándose explotar. Sólo basta ver la película “Subterra”, o tomar como ejemplo las salitreras del norte, como Humberstone. Esta inseguridad se debe a que Chile es aún un país muy joven, y precisamente por eso fuimos explotados por países desarrollados, y lo somos aún de manera distinta (consumismo etc.). Cada vez hay más conciencia y a raíz de ello, vamos adquiriendo seguridad para posicionarnos frente al mundo, y especialmente destacarnos en Latinoamérica.
El ser un país tan joven, nos crea la necesidad de preguntarnos quienes somos, al darnos cuenta que sólo faltan seis años para el bicentenario de nuestra patria y nadie tiene muy claro lo que significa hoy ser chileno. Es por esta misma razón, que este ensayo adquiere importancia.
A modo de conclusión, puedo decir que la identidad chilena es un proceso que se va desarrollando lentamente a través de los años. La cual está fuertemente determinada por la ubicación y características geográficas de nuestro territorio y la historia de los primeros habitantes y sus costumbres.
Es indiscutible que la globalización influirá en este proceso, pero la base siempre será la misma. Ya podemos observar como en las en las ciudades hay grandes influencias extranjeras; no así en las zonas rurales donde nuestra identidad se mantiene más arraigada, sobretodo en la gente mayor.
Chile debería ser capaz de adaptar los aportes culturales foráneos a nuestra propia cultura, creando así un modelo diferente que se ajuste a nuestra idiosincrasia.
Jorge Larrain