viernes, 9 de abril de 2010

El español de Chile
Si usted escucha o lee que "unos patos malos están aguaitando a unas cabras p'atracarles el bote y tirárseles a los panqueques", dé por seguro que está escuchando hablar a un chileno, y si, además, se entera de que ~las pericas las pararon a tiempo y apretaron cachete..."podrá decir "al tiro" que "la conversa" se desarrolla de la plaza Italia p'abajo, en alguna de las comunas o barrios "pobletes" de Santiago... (San Miguel, Pudahuel, Estación Central, El Bosque o La Pintana).
Tal vez sea por esto que alguien dijo que "si en alguna parte de América había y hay condiciones de las exigidas para la formación de una nueva lengua, debe ser en Chile".
Sin embargo, esos temores se han disipado totalmente, ya que en esta baranda andina y litoral del mar Pacífico han cantado y contado al genio americano dos de las cumbres de la lengua española: Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Mas, como en cualquier otro lugar de esta América que "aún ama a Jesucristo y aún habla el español", tampoco los chilenos andan reproduciendo el hablar culto y literario de Pablo y Gabriela. Su conversación cotidiana se acerca más naturalmente al murmullo coloquial de Lucila (Godoy) y Neftalí (Reyes), nombres con que los llamaron sus padres, hermanos y compañeros de la escuela.
El castellano o españiol llegado a Chile con Valdivia y sus 150 compañeros había tenido tiempo de aclimatarse a las exigencias y novedades del medio americano en la llamada "koiné" antillana, primero, - donde homogeneizó las diferencias dialectales traídas desde la "península" y asimiló los aportes del arahuaco (Haití) y del náhuatl - y en el Cuzco después, donde recogió las pequeñas contribuciones del aimara y el guaraní; pero qué decir de las del quechua, lengua con la que se vinieron topando y tropezando en cuanto tambo y pucará hicieron alto hasta llegar al río Maule, frontera sur; alguna voz del incariato.
Sin embargo, la cantidad mayor de léxicos incorporados al español de Chile proviene de la lengua mapuche o mapudungun, idioma del pueblo aborigen con el que el resto de Améerica identifica a la nación chilena. Como en todo el español de América, las lenguas indígenas no han influido, ni menos modificado, la estructura interna del castellano. Particularmente, en Chile no ha presionado ni siquiera la fonética como algún filólogo creyó notar en cierto momento de sus investigaciones. Pero se ha constituido como su primer sustrato léxico.
Las personas educadas y cultas de Chile emplean la lengua general de Castilla, con algunas particularidades, procurando ajustarse a las normas de la lengua literaria, que tiene en Santiago, la capital del país, su referente y centro difusor más importante, tanto porque en ella se concentra el tercio de la población, cuanto porque acá se ubican los centros mayores y mejores de investigación y difusión científica, tecnológica, cultural y de comunicación. Sin embargo, el esfuerzo modernizador de Chile en los últimos veinte años les está permitiendo a las regiones erigir centros de educación superior y universitaria con proyecciones y resultados de difícil pronóstico en cuanto al mejorarmiento del uso de nuestra lengua madre. Tal vez sea aplicable a los usos lingüísticas los temores y dudas que muchos chilenos tienen respecto a las distintas "transiciones" que se han estado viviendo. Se constatan evidentes progresos y avances en "lo macro", no siempre percibidos de igual forma en lo "micro". Lo que sí se puede aseverar con seguridad es que los avances y adquisiciones científicas y económicas han descargado sobre el habla común un torrente de extranjerismos que nos han ido diluyendo la identidad de un hablar propio.
En Chile, como casi en toda América, existe unificación completa de s-c (ante e, i) y z en s sorda (seseo). Hoy por hoy, el seseo es general en todo el país, de modo que, sin un contexto esclarecedor, un chileno podría estar "en la cima" o "en la sima", pero es más fácil saber "si siega una niña ciega".
Del mismo modo se puede decir que todo Chile es hoy día zona de "yeísmo". Se escucha un cada vez más tenue "lleísmo" en regiones cordilleranas apartadas, y en sectores campesinos y de gente ilusetrada de las provincias de los Ángeles y Talca (centro sur).
En el uso cotidiano de la lengua se observan peculiaridades muy notables, como es un aflojamiento tan ostensible de los puntos de articulación de la s y la d, en los finales de palabra o término de sílaba: se pierden totalmente o se reducen a una leve aspiración. Una fórmula de saludo, normal en Chile, sería: ¿Cómoehtá uhté? - ¿Cómo está usted?... ¿Quéhdesubi( )a - ¿Qué es de su vida?... Por estos lados (laoh) cuando le deseen "salu" (salud) se lo desean de "verdá" (verdad). Deberá clarificar, eso sí, si le están deseando que se encuentre en buenas condiciones físicas o lo están invitando a beberse un trago. Si a esto y otra particularidad, como la no distinción entre b y v, le agregamos una enorme velocidade en el "tempo" de la frase, se podrá comprender la petición que la intérprete y presentadora italiana le formulara a nuestro "lolo regalón", el zurdo (juega con la mano izquierda) de Vitacura Marcelo ríos en la final del Abierto de Roma (tenis ATP):... "salude, mejor, en inglés, porque para mí, su castellano es inentendible...
Regionalismos léxicos
"Digo que norte sur corre la tierra, y báñala del oeste la marina; a la banda del este va una sierra que el mismo rumbo mil leguas camina" (La Araucana)
Antes de que Ercilla diera cuenta de la larguirucha fisonomía de esta tierra, ya embajadores tucmas (tucumanos) noticiaban a Viracocha la existencia de un país llamado Chile, con el que no podían tener comercio alguno "por una gran cordillera de sierra nevada que hay entre ellos y nosotros". Ya desde antiguo se sabía a Chile como un aislado huiro aferrado a los acantilados de los Andes.
"Sabemos que en el extremo norte, Chile está separado del mundo por una ancha extensión desértica. Por el sur mira a los hielos del Polo. Por el oeste tiene el océano hasta la mitdad del mundo; y por el este, la cordillera inmensa" (Chile o Una loca geografía. B. Subercaseaux).
Si nos echamos a andar por este largo choapino hecho jirones por ríos y estribaciones de cordilleras transversales, nos vamos encontrando con una variada gama de climas y caracteres geográficos que, a su vez, determinan una curiosa variedad de actividades laborales y tipos humanos. En el norte inmenso, la zona central, la cordillerana, la costa y el sur maderero o criancero se oyen expresiones y palabras que, escuchadas en los barrios o comunas de Santiago, apuntan al perfil geográfico en que se nutrieron y, fijando la atención, descubren hasta la actividad laboral que frecuentaron.
Los nortinos llevan sus hijos " a la tota" (al apa); comen "cocho" (harina tostada con leche o agua caliente); por el calor es bueno para ellos andar calatos (desnudos) y rumpos (pelados al rape); no les agradan los malacates (flojos); y, en presencia de una birraña (algo difícil de entender) es mejor mirarse el pupo (el ombligo).
Por su parte, a los sureños les gusta conchabear (hacer trueque); con los cagüineros (bulliciosos, enredosos) se encarachan (enojan); no les gusta mostrar las guilas (andrajos), y toleran ser lile (débil, tembleque), pero no piñiñento (mugriento).
Más al sur todavía, en Chiloé, a los niños los llevan cheque (al apa); después de una minga (trabajo comunitario o en grupo) comen curanto (comida cuya base la constituyen mariscos y pescados cocinados al calor de piedras calientes, en un hoyo y tapados con hojas de nalcas).
Algunas otras peculiaridades del lenguaje coloquial chileno
¿Querendones o "apocados"...?
Que haya que esperar "un poquito" porque se van a demorar "um ratito" es una forma frecuente en la expresión coloquial de todas las clases sociales, constituyéndose en un rasgo sobresaliente del habla chilena. El diminutivo en ito-a, ecito-a, como expresión de emoción, afecto y una variada gama de sensaciones es muy propio y distintivo del hablar de mujeres y niños, pero particularmente de la gente del pueblo y de los campesinos. Muy rara vez lo invitarán a tomarse un trago, un café o un pisco. Siempre le ofrecerán "un traguito", "un cafecito, tecito o matecito", y "un pisquito". Si anda con suerte, hasta lo pueden convidar a tomarse "unas oncecitas", costumbre chilena todavía vigente en ciudades y lugares provincianos. En Santiago, debido al cambio en los horarios de trabajo, la extensión de la jornada laboral, etc., no se ha perdido la costumbre, pero se ha ido desplazando hasta lo que llaman "onces-comida". "Tomar once" es como la versión chilensis del británico five o'clock tea. Es un decir, puesto que la o las onces chilenas tienen la más variada expresión culinaria, que va desde "el té pelado con galletitas" hasta la más apetitosa muestra de quesos, arrollados, queques, mermeladas y pasteles. El nombre es la más clara muestra de la cazurrería o hipocresía criollas. En efecto, se cuenta que la denominación arranca de un personaje que cambió su británica costumbre de tomar té por la criollísima de envalentonarse con unos traguitos de AGUARDIENTE. Pero como su valentía no le alcanzaba para admitirlo en público, contando las letras, le pedía a su criado que le "preparara sus ONCE". Hoy, en todos los lugares de nuestra geografía física y social se toma once u onces, y, mejor todavía... "oncecitas".
Muchos interpretan esta manera de usar el diminutivo como reflejo del ama tierna y respetuosa del chileno. Otros atribuyen esta forma de hablar "en poquito" como la aceptación de valer menos y falta de confianza en sí mismo.
Los usos de tú, vos, usted
Tanto en el lenguaje culto como en el coloquial y popular, se utilizan todos los pronombres del siglo XVI, salvo vosotros, os y el posesivo vuestro. No hay lugar ni estrato social donde se escuche el vosotros, os o vuestro... sólo se soportan en los ceremoniosos discursos académicos. Hasta la Iglesia los ha eliminado de sus púlpitos y oraciones.
"Vos tenís, tú tienes, tú tenís, usted tiene" son usos casi paralelos en las ciudades, lugares de diversión o trabajo a lo largo del país. De ahí que, en la elaboración del mapa audible de Chile, habría que colocar una extensa zona de uso indistinto del "voseo" y del "tuteo", con algún predominio del tuteo. Incluso, el tú está atrayendo para sí la alteración de la forma verbal reservada, hasta no hace mucho, sólo para el vos: "vos sos" o "soi tonto", está siendo reemplazado por "tú soi tonto", "tú tenís la culpa". Pero una especial relevancia tiene en Chile el uso del usted en lugar del tú y del vos cuando se requiere expresar una íntima ternura o un frío, severo y, hasta despectivo modo de colocar a alguien "en su lugar". Depende del tono y del semblante que el hijo observe en su padre para que comprenda si en ese "A ver, a ver, mi amigo... Con usted quiero conversar..." le va a llegar una felicitación, un consejo cariñoso, o una reprimenda con el respectivo raspacachos.
Los animales en el lenguaje popular de Chile
Sin aventurar explicaciones, es un hecho que en Chile se aprecia a un gallo choro, así como no es bien mirado un gallo vaca; las cabras, por lo general, son caballas y si un pajarón se las quiere dar de avispado con ellas, lo más seguro es que se vaya de aletazos.
La voz gallo es uno de los términos más populares y frecuentes para designar a un hombre hábil, listo y al que se le tiene cierta consideración y aprecio. Salvo, claro, cuando se le indica coo vaca que es como motejarlo de pesado y "mala leche". Ahora, si, además, es choro, quiere decir que se le considera corajudo, simpático e ingenioso. Las cabras y los cabros son muchachos o muchachas que, si por añadidura, son caballas, colman el gusto por su bella figura. El pajarón es un colgado, poco avisado, que si se quiere pasar de listo - avisparse - le van a pegar sus puñeres -irse de ala o de aletas. Un tonto simplón es un pavo y un gallina es un cobarde, así como el incauto es un zorzal; el abusador embaucador es un tiburón, el mirón encubierto, un sapo, y el distraído y boquiaberto un ganso. Con esos y otros términos, la gente en su lenguaje coloquial hace toda surte de combinaciones ingeniosas y simpáticas para caracterizar a hombres y mujeres de su entorno más próximo.
Lizardo Piña Vargas es filólogo, especialista en literatura, profesor de español

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