jueves, 8 de abril de 2010

La Identidad del Chileno

Es indiscutible que los chilenos vivimos realidades diferentes. Niveles socioeconómicos, pensamientos políticos, religiones, calidad educativa etc; influyen en ello. Cada región del país tiene sus propias tradiciones, comidas típicas, música, bailes y hasta la forma de vivir la fe es distinta. A pesar de todas estas diferencias culturales y sociales hay algo que nos une a todos los chilenos ¿Existe realmente una identidad chilena? ¿Qué es “eso” que nos une a todos? ¿Cuáles son los factores que la componen? ¿Sufre algún tipo de evolución, o es siempre la misma?
Para poder responder todas estas preguntas, primero hay que distinguir un concepto clave: Identidad. El Diccionario de la Real Academia Española define identidad como “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”.
La cultura chilena se ha caracterizado por ser particularmente única. Muy distinta a todas las culturas latinoamericana. Esto sucede, principalmente como consecuencia de la geografía muy especial que posee nuestro país. Nos separan del resto de los pueblos latinoamericanos una cordillera de más de 4.200 metros de largo, que va de norte a sur y que alcanza en algunos lugares alturas mayores a los 6.000 metros; el desierto más seco del mundo; y miles de kilómetros de extenso mar. Barreras no muy fáciles de superar, lo que nos ha llevado a estar apartados del resto del mundo, como si viviésemos en nuestra propia isla.
Jorge Larraín en su último libro “Identidad Chilena”, con respecto a la identidad de nuestro país dice: “En Chile, la modernidad tanto como la identidad cultural son procesos que se van construyendo históricamente”. Cuando Chile era parte de la colonia Española, y estaba bajo el mando de los reyes, era una más de las tierras conquistadas. Hablaban el mismo idioma, tenían la misma religión y la misma importancia ante los ojos de los monarcas españoles que los virreinatos vecinos. El proceso de formación y evolución del pueblo chileno como tal, comienza junto con el período de la Independencia y el desligue de la Corona Española. Chile es un país mestizo, es decir sus habitantes son una “mezcla” de españoles e indígenas, así como son también sus tradiciones y costumbres. Desde esta etapa hasta hoy; nuestra identidad ha seguido evolucionando.
Actualmente Chile esta creciendo en el plano económico; firmando Tratados de Libre Comercio con algunas de las potencias más importantes a nivel mundial, como son por ejemplo, Japón, Corea, Estados Unidos, entre otros. Lo que nos ha llevado a centrarnos en otros objetivos. Ligado a este crecimiento, viene la globalización, que ha tenido como consecuencia que se pierda cada vez más lo autóctono del chileno.
Si miramos al prototipo chileno del campo, el huaso, este simboliza casi un emblema nacional: tranquilo, bruto, sacador de vuelta, bueno para el vino y la chicha, coqueto, ladino, simpático e ingenioso. Y en el lado femenino, la huasita coqueta, trabajadora, la que generalmente es la que saca a su familia adelante, la que hace las mejores cazuelas y empanadas de pino.
Dentro de la parte folclórica, se encuentra la cueca, en la zona central. La cual, lamentablemente es dejada más de lado, y reemplazada por cumbias y salsas en las fondas todos los 18 de septiembre. En el norte, está la fiesta de la Tirana entre otras. En el sur, el vals chilote, el costillar etc.
Nuestra tradición culinaria también nos representa. La chicha, el vino, los porotos con rienda, el tomaticán, el ajiaco, el pebre y el pan amasado, el pan de huevo, los empolvados y los chilenitos. También hay que tener en cuenta los platos nortinos y los del sur como la cazuela chilota, curanto y el caldillo de congrio, tan chileno que hasta el mismo Pablo Neruda lo homenajeo, con una oda.
El chileno se caracteriza, por su forma de hablar. La cantidad de modismos y de palabras inventadas, algunos tradicionales dichos nos han llevado a crear una derivación del español. Otros países de habla hispana, se refieren a nuestra forma de hablar “como si cantáramos”, y la mayoría de ellos al escuchar la palabra “cachai” no saben de lo que se les está hablando y tampoco entienden que en Chile todas las conjugaciones de los verbos terminen en “-í” (¿Tení un lápiz?) o que las eses al final de las palabras plurales tampoco sean pronunciadas (Hey, me “prestai” esos “libro”). El chileno tiende ha hablar en diminutivos. ¿Porque? Nadie lo sabe con certeza. La única respuesta que encuentro para esta pregunta es que forma parte de nuestra identidad. Otro aspecto muy relevante de nuestra “jerga chilena”, y talvez el más importante, es “esa palabra” que todo chileno conoce. Es tan popular y tan conocido, que ya ha pasado a ser parte del vocabulario cotidiano de muchas personas. Es tan “importante” dentro de nuestro vocabulario, que es utilizado como verbo, en todas sus conjugaciones, como sustantivo y como adjetivo. También se puede utilizar para ambos géneros, femenino y masculino; y tiene sus respectivos diminutivos. Incluso, fue incluida en la última edición del Diccionario de la Real Academia Española, junto con otros dichos y palabras.
Físicamente, las/los chilenos/as son bajos, gorditos, morenos y sin mayor atractivo físico, los hace sentirse inseguros, sobre todo al ver la imagen “imponente” de un alemán de un metro noventa, ojos azules y pelo rubio.
Alberto Cabero opina que los chilenos somos patriotas y egoístas; hospitalarios y duros; fraternales; religiosos y fatalistas; supersticiosos; sufridos; pesimista etc.
Benjamín Subercaseaux, piensa que hay una psicología nacional donde destaca rasgos de tipo depresivo, imposibilidad de vivir la vida dentro del presente, vivimos obsesionados con el ayer o con el mañana, pero descuidamos el presente. El chileno es un ser a disgusto, desconfiado, tímido, sensible, mediocre y todo esto se lo atribuye al clima de grandes oscilaciones térmicas y una geografía de carácter insular.
Hernán Godoy, coincide en que el chileno tiene un carácter especial, fuertemente influenciado por la geografía de su país. Sin embargo, enfatiza los aspectos positivos como la voluntad, la sobriedad, el espíritu democrático, la tenacidad y la lucha por la justicia, el estoicismo, calidez y afecto.
Otro rasgo muy importante es la inseguridad del chileno. Siempre se siente inferior frente a los extranjeros (sólo “gringos” y europeos); dejándose explotar. Sólo basta ver la película “Subterra”, o tomar como ejemplo las salitreras del norte, como Humberstone. Esta inseguridad se debe a que Chile es aún un país muy joven, y precisamente por eso fuimos explotados por países desarrollados, y lo somos aún de manera distinta (consumismo etc.). Cada vez hay más conciencia y a raíz de ello, vamos adquiriendo seguridad para posicionarnos frente al mundo, y especialmente destacarnos en Latinoamérica.
El ser un país tan joven, nos crea la necesidad de preguntarnos quienes somos, al darnos cuenta que sólo faltan seis años para el bicentenario de nuestra patria y nadie tiene muy claro lo que significa hoy ser chileno. Es por esta misma razón, que este ensayo adquiere importancia.
A modo de conclusión, puedo decir que la identidad chilena es un proceso que se va desarrollando lentamente a través de los años. La cual está fuertemente determinada por la ubicación y características geográficas de nuestro territorio y la historia de los primeros habitantes y sus costumbres.
Es indiscutible que la globalización influirá en este proceso, pero la base siempre será la misma. Ya podemos observar como en las en las ciudades hay grandes influencias extranjeras; no así en las zonas rurales donde nuestra identidad se mantiene más arraigada, sobretodo en la gente mayor.
Chile debería ser capaz de adaptar los aportes culturales foráneos a nuestra propia cultura, creando así un modelo diferente que se ajuste a nuestra idiosincrasia.
Jorge Larrain

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